Las comparaciones son odiosas. Seguramente te resulta familiar esta frase. Cada vez que comparamos, estamos estableciendo rangos, porcentajes, estándares, etc. Y explícita o implícitamente se hace presente el mejor/peor, bueno/mano, joven/viejo, lindo/feo y muchos más. Al establecer una comparación, la mente comienza a inquietarse, especialmente si en esa comparación salimos perdiendo. Porque cada vez que aparece un "problema", es función de nuestra mente comenzar a buscar la solución, la reparación, la mejoría.
Lejos está en mi activar tu mente para que se inquiete. Sin embargo, trayendo una mirada más positiva a las comparaciones - y como con todo aquello que nos resulta negativo - podemos ver de qué forma sacarles provecho.
En algunos casos, al comparar podemos establecer con mayor claridad cómo estamos y cómo queremos estar. No siempre nos comparamos con otros o con algo externo a nosotros. Muchas veces nos comparamos con nosotras mismas. "Hace unos años no estaba así." "Cuando era joven podía..." "Ya no me veo como cuando tenía.." "Antes tenía ganas de....." Más que traer una mirada derrotista, todos estas frases pueden ser disparadores que nos incentiven a algo nuevo, distinto. Tal vez a actuar de otra forma, a dejar de actuar de tal manera, a iniciar algo nuevo o dejar de hacer algo que hemos hecho durante mucho tiempo.
ANTES DESPUÉS
Aquí te comparto uno de mis "Antes y después". Darme cuenta de aquello que ya no se sentía bien en mi, me llevó a dedicarme más a mi misma, a perder de peso, a trabajar más intensamente con mis entrenamientos físicos, a incorporar yoga facial. Las comisuras de mis labios ahora se curvan hacia arriba en lugar de hacia abajo al sonreír, menos patas de gallo, pliegues nasolabiales menos profundos. En fin, logré sentirme mejor al mirarme al espejo.
¿Se trata de lo que el espejo refleja?
Hace unos años, cuando daba Hatha Yoga a domicilio, una de mis alumnas era Clara (en este relato la llamaré así para preservar su identidad). Clara estaba casi en sus 80. Lúcida, pícara, activa, dinámica. Se quejaba de que su cuerpo no le respondía como antes, sin embargo, hacía una clase que tranquilamente podría estar compartiendo con mujeres mucho más jóvenes.
Un día al llegar a su casa, me crucé con su kinesióloga que ya se estaba yendo. Esta profesional hacía muchos años que atendía a Clara y la conocía de pies a cabeza. Entonces tomó la iniciativa de explicarme "los problemas" del cuerpo de Clara. La paró en el centro del living y con su dedo fue marcando sobre el cuerpo de Clarita todos los "defectos". Fue prácticamente una clase de anatomía. La giró hacia un lado y hacia el otro mientras seguía dibujando líneas imaginarias que marcaban todo lo que estaba mal. Clara sin un palabra, en silencio y obediente, dejaba hacer. Su carita mostraba resignación y casi, casi un puchero mientras escuchaba todo lo que andaba mal en ella.
No soy escritora, ojalá pueda hacerte sentir lo horrible que fue esa escena. Yo miraba perpleja. Y no supe cómo frenarla. Clara ya no era la Clara dinámica, enérgica con toda su integridad. A medida que el relato seguía, la energía de Clarita iba disminuyendo más y más. Estaba siendo tratada como un cuerpo, un ente, un muñeco lleno de defectos.
¿Y por casa cómo andamos?
¿Cuántas veces nos tratamos así a nosotras mismas con esa dureza? Y vamos marcando sobre nuestro cuerpo o sobre nuestro rostro todos nuestros "defectos", todo lo que supuestamente está mal. Y nos miramos al espejo buscando el "error" como si no fuéramos mujeres con corazón, con sentimientos que podemos lastimar.
Es desde otro lugar desde donde te invito a trabajar con vos misma. Ya sea a través del Yoga Facial, del Yoga o desde Mindfulness. No se trata de reparar lo que está mal. Se trata de lograr sentirte bien.
ANTES
DESPUÉS
Este también es un antes y un después y, para serte sincera, es el que me gusta más. De la hostigación, la autoexigencia, la decepción al cariño, a la comprensión y la satisfacción. Satisfacción por ser bondadosa con vos misma y dedicarte más tiempo. Lo suficientemente cariñosa como para dejarte un ratito para vos todos los días, escuchar lo que estás necesitando y trabajar en ello. Plena, al saberte determinada y comprometida con tu propio proceso.
En definitiva, hermosa, una hermosa persona.
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