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No tengo tiempo para armar el arbolito

por Liria

Era diciembre y, luego de la clase, despedía a mis alumnas.

-¡Qué hermoso este adorno!- dijo una mirando el moño rojo y el Papá Noel que colgaban de la puerta.

Me disculpé por no haber terminado la decoración navideña.

-Todavía no armé el arbolito.-aclaré.

-Yo ya hace años que guardo el arbolito armado y listo. Así como está, lo saco de la caja.-agregó su compañera.

Ante el comentario, reímos todas cómplices; reconociéndonos en ese gesto de apuro.

Un beso. Se fueron. Cerré la puerta. Miré el salón y en el corazón sentí la falta del arbolito. ¿Era muy grave? Yo creo que no. No la falta del arbolito. Pero sí la supuesta falta de tiempo. Tiempo, esa idea tan valorada en nuestros tiempos, si se me permite el juego de palabras.

Recuerdo haber leído en el libro "Elogio a la lentitud" la historia del hombre y su idea de medir el tiempo y las consecuencias que esto le trajo a largo plazo (siguiendo con el juego...) Medimos nuestros años de vida, nuestras horas de sueño; nos cuestionamos si ya es hora de pasar a un nuevo nivel y casarnos; afirmamos "a tal edad ya debería haber formado una familia", "todavía no tiene edad para…"

Una vez, en la época en que enseñaba inglés, un alumno, Eduardo recuerdo era su nombre, me hablaba de la idea de dormir apurado para que le alcanzara el tiempo!! Si esto fuera FB hubiese agregado aquí una carita de asombro! ¿Cómo sería dormir apurado?...mejor no saberlo.

Volví a mirar el salón y me pregunté cuáles son mis prioridades; ¿en qué habría ocupado el tiempo que me hubiese llevado armar el arbolito? Lo irónico fue que ni siquiera lo sabía.

Observé mi propia práctica los días siguientes con mayor atención y noté cierto impulso a deshacer rápidamente una postura para ya ir a la siguiente y a la siguiente; sin darme ese tiempo necesario para paladear la postura, para habitarla. Sobre la mat claramente se exponía mi propia ansiedad, mi respiración algo acelerada a veces…en fin, mi supuesto poco tiempo para estar presente, ahí conmigo misma. ¿Sería poco tiempo o sería poco valor?

No dejo de maravillarme ante el yoga como fiel espejo de nosotros mismos. Cada vez que nos descalzamos y nos disponemos a realizar la práctica, no hay maquillaje posible que oculte cómo estamos en ese momento. Gracias a Dios tenemos esa posibilidad de vernos más de cerca. No para juzgarnos, no para castigarnos, solo para registrar cómo estamos y luego decidir si hay algo que queremos cambiar.

Gracias a los sabios maestros del Yoga por sus enseñanzas.

¡Gracias Yoga!


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