Hace un tiempo decidí vivir mi vida de forma consciente y está claro que este será un trabajo para siempre. Y digo un trabajo porque para hacerlo tengo que entrenarme, aprender y poner mi voluntad para sostenerlo. Si bien es para toda la vida, en esta etapa en especial que todos estamos viviendo, se me hace más tangible y mucho más rico ese trabajo de estar presente momento a momento.
Estamos en cuarentena, un período de cambio para la humanidad y, por lo general, los seres humanos nos mostramos algo reticentes y resistentes al cambio. Sin embargo, querramos o no, esta cuarentena nos obliga a salir de nuestro espacio seguro, de nuestra famosa zona de confort y nos lleva a cambiar hábitos, nos obliga a parar, a bajar el ritmo, o al menos a vivir de una forma distinta.
Cada uno atravesamos esta nueva experiencia como podemos. Con más o con menos herramientas según el trabajo que hayamos podido hacer con nosotros mismos hasta ahora en la vida. Están los que solo esperan ansiosamente que todo esto termine. ¿Cuando volveré a lo de antes? ¿Cuanto falta para que esto acabe? Su atención, absolutamente puesta en el futuro.
Otros planteándose aquello que no llegaron a hacer hasta ahora, con la incertidumbre de cómo podrán hacerlo más adelante.
Otros pesimistas, otros optimistas. Algunos atados a las pantallas las 24 horas atosigándose de información, otros en su mundo ajenos al entorno.
Y también existe otra mirada más luminosa que podemos traer a esta situación actual. Como si encendiéramos una linterna, como si pudiéramos guiar voluntariamente algún rayo de sol para que nos permita ver mejor. ¿Para ver qué? Para vernos a nosotros mismos, ver cómo vivimos, ver nuestro entorno, nuestras relaciones, nuestros miedos, nuestros logros... Revisar nuestras necesidades y deseos. ¡Cuán valioso puede transformarse este momento si lo vivimos así! Hay tristeza, hay dificultades, es difícil y sin embargo es valioso a la vez. Los polos opuestos, como mencionamos en las clases de Hatha Yoga, manifestándose en todo su esplendor ante nuestros ojos que, si están atentos podrán verlos.
¿Cómo traer esos rayos de sol para ver más? Con la consciencia.
Con esta consciencia plena que entrenamos en Mindfulness que nos permite ver las cosas como son. Como si pudiera la realidad reflejarse sobre un espejo de agua inmóvil, claro, en un día sin viento y como mucho sol. En lugar de vivir alejados de nuestras emociones, de nuestras sensaciones, del entorno, con la melancolía de lo que ya no es y la ansiedad de cómo será todo luego. Si traemos luz al ahora descubriremos un mundo que puede maravillarnos, que puede asustarnos, tal vez sorprendernos. Pero es ahí, en el darme cuenta, que duerme latente la posibilidad de cambiar lo que puedo cambiar, de sanar o de elegir sostener y conservar aquello que hace mi vida digna de ser vivida. Si sigo corriendo de un lado al otro, ciego, sordo, desatento, me estaré perdiendo esa oportunidad. Y ahora más que nunca está en nuestras manos y en nuestro corazón esa decisión de darle más luz a nuestra vida y atrevernos a mirar lo que el sol ilumine y nos muestre.
Te invito a que hagas un listado de todo eso que vas descubriendo en esta etapa.
¿De qué te diste cuenta?
Yo estuve haciendo mi tarea, te cuento algunas de las cosas que he visto hasta ahora.
¿De qué me di cuenta?:
· Puedo vivir con mucha menos ropa
· Mi cuerpo amorosamente sana muy rápidamente cuando le presto más atención
· Si destino un tiempo libre para cocinar, cocinar me gusta
· Descubrí cuáles eran los alimentos que mi cuerpo venía pidiéndome y que no lograba dilucidar desde hace tanto tiempo
· No extraño salir de mi casa
· No dejo suficiente tiempo para descansar o divertirme
· Me emociona que me nombren cuando me hablan
· Nunca había tomado una clase individual hasta ahora y lo necesitaba
· La energía puede compartirse online
· Los tenedores cantan cuando los guardo en el cajón
· Puedo percibir la vibración de una voz en mis manos
· Mis sentidos se han intensificado de una forma que me da bienestar.
· Aprendí que puedo vivir sin mi peluquera y mi podóloga pero las extraño locamente. Ellas que amorosamente cuidan mis polos opuestos, la cabeza y los pies.
Y vos ¿qué descubriste? ¿Estás atento?
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